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jueves, 12 de julio de 2012

LAS MONEDAS COMUNALES EN VENEZUELA



 Publicamos un excelente análisis sobre las Monedas Comunales en Venezuela. El autor, Kristofer Dittmer, estuvo presente en nuestro 2° Encuentro Internacional de Experiencias de Trueke o Intercambio Solidario, en junio del 2.011, y luego estuvo visitando algunos Sistemas de Trueke.

Este artículo se publicó en inglés en la "Revista Internacional de Investigación en Monedas Comunitarias" (IJCCR, por sus siglas en inglés), dando a conocer al mundo la experiencia del Trueke y las Monedas Comunales en Venezuela. La traducción al castellano es del propio Kristofer.

Las monedas comunales en Venezuela

 Kristofer Dittmer
Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA), Universitat Autònoma de Barcelona, España
kristofer.dittmer@uab.cat

traducción del inglés del artículo ‘Communal currencies in Venezuela’ publicado en la International Journal of Community Currency Research, vol. 15, pp. 78-83 (disponible en www.ijccr.net)


RESUMEN

Monedas comunales, operando en sistemas de ‘trueke’, han sido introducidas en Venezuela por el gobierno nacional a lo largo de los últimos años, siendo así únicas entre las monedas complementarias y alternativas contemporáneas en cuanto a su origen institucional. Las monedas comunales son un elemento de la Revolución Bolivariana, y un ejemplo de la aproximación innovadora del Presidente Chávez a la construcción del ‘socialismo del siglo XXI’. Los principales distintivos ideológicos del trueke son la recuperación de prácticas indígenas, el socialismo, y la agroecología. Actualmente hay 13 sistemas de trueke en el país, con una participación total de unas 1.500 personas. Podría decirse que este desarrollo relativamente modesto se debe a factores socioeconómicos, tales como la extensa reducción de las tasas de pobreza lograda por vía de la economía convencional. Se plantea que el futuro de las monedas comunales depende del proceso mayor de la construcción del ‘Estado Comunal’, así como de su relación con el estado.


Agradecimientos

Esta investigación ha sido financiada por una beca (FPU AP2008-04624) del Ministerio de Educación de España. Quiero mostrar mi agradecimiento a la Red Nacional de Sistemas de Trueke por la invitación al encuentro en la Ciudad Comunal Laberinto, a mis directores de tesis Louis Lemkow y Pete North por su apoyo y comentarios, y a Marcelo Gryckiewicz por nuestras conversaciones sobre el tema.



1. Introducción

Este artículo pretende introducir el/la lector/a a las monedas comunales de Venezuela, que se utilizan en sistemas de ‘trueke’, y que operan en partes del país desde el año 2007. El artículo está basado en datos recogidos en el 6º Encuentro Nacional de Sistemas de Trueke (Ciudad Comunal Laberinto, Venezuela, 23-26 de junio de 2011), así como en otras fuentes secundarias. El artículo comienza con un esbozo de la Revolución Bolivariana, seguido por una narración del surgimiento del trueke como un elemento de este proceso. Continúa con un breve apartado sobre la legislación de las monedas comunales, y una explicación del funcionamiento básico de los sistemas. Tras una descripción de los principales distintivos ideológicos del trueke, el artículo concluye sugiriendo unas explicaciones preliminares del modesto desarrollo de las monedas comunales. Se espera que esta narración provea una comprensión inicial de las monedas comunales venezolanas y de sus perspectivas de futuro.


1.1 La Revolución Bolivariana

Las monedas comunales de Venezuela han evolucionado con una cantidad inusual de apoyo gubernamental, y deben por ello ser entendidas como parte de la Revolución Bolivariana venezolana, cuyos rasgos ahora esbozaré brevemente. En diciembre de 1998, tras dos décadas de declive económico, amplio descontento con las políticas neoliberales implementadas desde 1989, y la rotura gradual de la ‘democracia pactada’ instaurada en 1958, Teniente Coronel Hugo Chávez es elegido presidente con una campaña centrada en la necesidad de elegir una Asamblea Constituyente para redactar una nueva constitución que cree una Quinta República basada en la ‘democracia participativa’ (véase p.e. Ellner 2008, Gott 2011, Wilpert 2007). El proyecto político de Chávez ha reavivado el legado de Simón Bolívar, el héroe de las guerras de independencia de América Latina contra España, esta vez con el objetivo de liberar el continente del dominio económico y cultural de los Estados Unidos, creando en su lugar “una gran unión de América Latina y el Caribe” (Chávez cit. en Gott 2011, p. 184). Como uno de los países más ricos en petróleo en el mundo, Venezuela parecía estar bien ubicada para liderar esta Revolución Bolivariana. Efectivamente, uno de los principales logros de la administración de Chávez en su primer año de gobierno fue la consolidación de la OPEP, fortaleciendo el control del cartel sobre el precio del petróleo, con un paralelo doméstico menos exitoso en los esfuerzos por afirmar el control gubernamental sobre la empresa petrolera estatal sumamente corrupta, PDVSA (Gott 2011, pp. 169-71).

Los primeros dos años de la presidencia de Chávez ocasionaron la erosión de los centros de poder político de la vieja élite, tales como el gabinete ministerial y el poder judicial (Wilpert 2007, pp. 21-2), pero fueron relativamente moderados en la esfera económica. Esto cambiaría en noviembre de 2001 con la promulgación de un paquete de 49 leyes radicales que señalaron la rotura definitiva con las políticas socioeconómicas neoliberales. Alarmando a las clases privilegiadas, los beneficiarios principales de estas leyes eran los sectores marginalizados de la sociedad venezolana, especialmente los trabajadores de la economía informal, los empleados no sindicalizados de empresas pequeñas, y los trabajadores rurales (Ellner 2008). Esta radicalización de la Revolución Bolivariana intensificó la polarización de la sociedad venezolana, unificando la oposición alrededor del objetivo de destituir al presidente. Varios medios – todos fallidos – fueron empleados para este propósito, incluido el intento de golpe de estado en abril 2002, derrotado a los dos días gracias al apoyo amplio de Chávez entre las clases populares y en el ejército, así como por las divisiones entre los golpistas (Ellner 2008, pp. 112-21). A esto le siguió una huelga general en noviembre 2002-marzo 2003, que “en realidad fue una combinación de cierre patronal, huelga de empleados administrativos y profesionales, y sabotaje general a la industria petrolera” (Wilpert 2007, p. 25). Con el fracaso de la huelga, la oposición pasó al Plan Guarimba a principios de 2004, promoviendo la violencia callejera y la confrontación con las fuerzas de seguridad en un intento frustrado de inducir una respuesta militar que derrocaría el gobierno y restablecería el orden (Ellner 2008, pp. 120, 140). Por último, la oposición organizó un referéndum revocatorio en agosto de 2004, que simplemente sirvió para reafirmar la legitimidad del presidente, con el 59% de los votos en su favor (Ellner 2008, p. 120). Lejos de alcanzar su objetivo, estas tácticas insurgentes arrancaron una “dialéctica de contrarrevolución y radicalización” (Wilpert 2007, p. 9) que empujaría a Chávez más a la izquierda. En consecuencia, con la oposición debilitada por los fracasos repetidos de sus tramas contrarrevolucionarias, en enero de 2005 Chávez anunció que la finalidad de la Revolución Bolivariana sería la construcción del ‘socialismo del siglo XXI’.


2. El surgimiento de los sistemas de trueke en Venezuela

Los sistemas de trueke de Venezuela son únicos entre las monedas complementarias y alternativas contemporáneas en el sentido de que la iniciativa para su creación fue tomada al nivel político más alto por el mismo Presidente Chávez. La primera vez que expuso sus ideas para un complemento a la moneda nacional – el bolívar (fuerte) – en la esfera pública fue el 18 de diciembre de 2005, en su programa de televisión semanal Aló Presidente, reconociendo a Danielle Mitterrand – la viuda del ex presidente francés – como la persona que le había introducido en el tema. Mitterrand, a su vez, había conocido a Rubén Ravera y Carlos de Sanzo de la Red Global de Trueque (RGT) de Argentina (Covas et al. 2007). En el programa, Chávez explicó sus ideas para monedas comunitarias locales con un periodo de vigencia limitado para disuadir la acumulación. En reconocimiento a los orígenes mixtos del concepto de economía solidaria, o tal vez simplemente en el espíritu navideño del programa, Chávez resumió sus ideas así: “¿Saben cómo se llama eso?, socialismo. Socialismo. Y más aún, digo yo: cristianismo” (Chávez 2005).[1] El próximo mes en Caracas, el 6º Foro Social Mundial serviría de escenario para la primera demostración pública de una moneda de trueque en la Venezuela bolivariana (conocida como el TXAI), resultado de una colaboración entre el Ministerio para la Economía Popular (MINEP) y organizaciones de economía solidaria de Brasil (Primavera 2011). Más avanzado el año 2006, Ravera y Horacio Covas, también cofundador de la RGT, fueron contratados por el Instituto de Desarrollo de la Pequeña y Mediana Industria (INAPYMI, asociado al MINEP) para ayudar en la creación de redes de trueque (Naishtat 2007). También fueron contratados en agosto de 2006 dos coordinadores del Sistema de Trueke de Santa Elena en Medellín (Colombia), Juan Esteban López y Pablo Mayayo, quienes seguirían profundamente involucrados en el desarrollo de los sistemas de trueke en Venezuela.

El interés presidencial en las monedas de trueque en esta etapa de la Revolución Bolivariana puede entenderse en el contexto de la radicalización dialéctica de Chávez y la reafirmación de su autoridad política tras la derrota de la contrarrevolución, que dejó amplio espacio para la experimentación en políticas radicales, facilitada además por el estado saludable de las finanzas públicas como consecuencia de la expansión económica en curso desde el 2003 (Weisbrot 2011). La buena disposición del presidente para experimentar con la naturaleza del dinero, diferenciándole de otros hombres de estado izquierdistas como Lenin y Trotsky, que se adherían al credo del ‘dinero sólido’ (Polanyi 2001, p. 26, Galbraith 1975, p. 42), tiene sentido a la luz de sus fuentes intelectuales, específicamente Simón Rodríguez, de quien se ha dicho que Chávez “le debe más que a Marx o a Castro” (Gott 2011, p. 210). Recordado primeramente como el tutor de Bolívar, Rodríguez se dirigió famosamente a las jóvenes naciones independientes de la ‘América Española’ de este modo (Cerutti Guldberg et al. s.f., 'Inventamos o erramos'):

¿Dónde irémos a buscar modelos? ...
-La América Española es orijinal = ORIJINALES han de ser sus Instituciones y su Gobierno = ORIJINALES los medios de fundar uno y otro.
o Inventamos o Erramos.

La llamada de Rodríguez a la inventiva ha sido atendida por Chávez desde el comienzo de su carrera política (Gott 2011, p. 210), y es además la fuente de la ‘insurgencia semiótica’ evidente en la ortografía preferida de trueke de los sistemas de trueke venezolanos (ver abajo).

El interés de Chávez en las monedas alternativas o complementarias en este momento de la revolución puede entenderse también como una respuesta al auge cooperativo - liderado por el gobierno - que el país estaba experimentando, con el aumento en las inscripciones oficiales de cooperativas nuevas desde 2.280 en el 2002 hasta 41.422 en el 2005 (Fagiolo 2009). El gobierno aspiraba a establecer un moneda especial para promover el intercambio entre las cooperativas, y entre éstas y el público, con el fin de consolidar un sector cooperativo socialista (Navarrete 2006). Se esperaba que las monedas de trueque proveyesen semilleros para el desarrollo de nuevos emprendimientos (cooperativos), de modo similar a la ambición de la Red de Trueque Zona Oeste en Argentina (Gómez 2009). Consecuentemente, con la participación de 270 cooperativas, el MINEP puso a prueba la moneda mirandino durante una feria de tres días en septiembre de 2006 (Navarrete 2006).

Ningún sistema de trueke permanente materializó hasta junio 2007, con una demora debida en parte a la campaña para las elecciones presidenciales de diciembre 2006 (J.E. López, entrevista). En abril 2007, Chávez visitó la localidad rural de Urachiche, y sugirió que éste sería un lugar ideal para establecer una moneda de trueque local (Chávez 2007b). Al mes siguiente, López y Mayayo comenzaron a dar talleres de capacitación, y el 17 de junio el recién creado Sistema de Trueke de Urachiche celebró su mercado inaugural (RNST 2010a). Dos sistemas de trueke adicionales fueron establecidos ese año, y otros siete surgieron durante el primer semestre de 2008 (uno de los cuales sería dividido posteriormente en partes sur y norte). Este ritmo de crecimiento, sin comparación el más alto en la experiencia venezolana hasta la fecha, fue alcanzado con “un maratónico esfuerzo por parte del equipo facilitador, líderes locales, cooperativas, asociaciones de productores, Consejos Comunales, e instituciones gubernamentales que apoyaron el proceso como INAPYMI, Misión Madres del Barrio, Misión Cultura, CONAC [Consejo Nacional de la Cultura], entre otras” (RNST 2010a).[2] El próximo 4 de octubre se fundó la Red Nacional de Sistemas de Trueke (aquí RNST), y desde entonces se celebra esta fecha como el Día Nacional del Trueke, con la ambición de convertirlo en el Día Mundial del No Dinero (RNST 2009a, p. 3). El propósito de la RNST es servir como una herramienta para el apoyo mutuo y la cooperación, la organización de eventos nacionales de trueke y de intercambios nacionales, y facilitar la formulación y el mantenimiento de una política común (Wilpert 2011).

Tras el auge fundacional en la primera mitad de 2008, el ritmo de expansión disminuyó considerablemente. Sólo un sistema se estableció exitosamente en 2009, mientras otro fue descontinuado después de su mercado inaugural en diciembre de 2009 (J.E. López, entrevista). También el año 2010 vio sólo un sistema nuevo, sumando un total de 13 sistemas activos en el momento actual (octubre 2011).


3. La legislación del trueke

El Presidente Chávez, quien llevaba tiempo solicitando una ley del trueque “para aligerar el combate a la pobreza y para aligerar la construcción del socialismo” (Chávez 2007a), utilizó finalmente una ley habilitante para dictar un decreto con este fin, cuya publicación coincidiría con el final del auge fundacional en julio 2008 (República Bolivariana de Venezuela 2008). El decreto postula una serie de objetivos y principios para ‘sistemas alternativos de intercambio solidario’ y ‘grupos de intercambio solidario’, establece el procedimiento para crear estas entidades, y define los derechos y las obligaciones de sus miembros. Se entiende que los sistemas alternativos de intercambio solidario abarcan tanto el trueque directo como el indirecto, siendo este último la modalidad que hace uso de una moneda alternativa, que la ley denomina ‘moneda comunal’. Afirma que una moneda comunal “sólo tendrá valor dentro del ámbito territorial de su localidad” (Art. 28) y que no circulará a escala nacional, y que su valor debe ser establecido en equivalencia con el bolívar. El decreto prohíbe “prácticas de carácter financiero, como el cobro de interés o comisiones” dentro de los sistemas alternativos de intercambio solidario (Art. 11). Para implementar el decreto, se asigna la función de registro y supervisión de los grupos de intercambio solidario (esto es, los sistemas de trueke) a la Oficina de Organizaciones Socioproductivas Comunitarias, un subsector del Ministerio para la Economía Comunal (MINEC, anteriormente MINEP). En diciembre de 2010, el decreto es reemplazado por una ley aprobada por la Asamblea Nacional, que mantiene los contenidos del decreto con cambios menores (República Bolivariana de Venezuela 2010).
4. Funcionamiento básico de los sistemas de trueke

El intercambio en los sistemas de trueke se realiza principalmente en mercados comunitarios celebrados periódicamente. A diferencia de los clubes de trueque argentinos mayoritariamente urbanos (Gryckiewicz 2011, véase tb. Gómez 2009, North 2007), los sistemas de trueke establecidos en Venezuela son de carácter más rural, con mercados celebrados generalmente en pueblos y ciudades pequeñas. Esto puede explicarse por el énfasis dado en el trueke como un medio para alcanzar la soberanía alimentaria, tal como se comenta abajo. En consecuencia, buena parte de la producción ofertada consiste en productos agrícolas, especialmente frutas y verduras moderadamente perecederas. La frecuencia de los mercados varía desde una vez cada dos semanas hasta una vez al mes, y esta temporalidad está también influida por factores rurales, tales como los ciclos de cosecha y las distancias largas de viaje (M.C. Barreto, conferencia).

A los miembros nuevos se les requiere la participación en talleres de iniciación, donde se familiarizan con las ‘actitudes del buen prosumidor’, tal como las establecen los manuales y boletines mensuales de la RNST, y con el marco legal y su declaración de principios morales, derechos, y obligaciones (J. Laurito, conferencia). Desde el 2009 se utiliza una planilla de registro de miembros estandarizada para recopilar ofertas y demandas categorizadas, y para confirmar el compromiso de la signataria con una serie de principios y valores de intercambio solidario (véase RNST 2009b, p. 6). A pesar de la introducción de este instrumento, el número de miembros activos en los sistemas de trueke es bastante incierto. Según una estimación reciente hecha por uno de los voceros de la RNST, la participación total es de unas 1.500 personas, con un promedio de 120 miembros activos por sistema (J.E López, com. pers.). La participación de cooperativas y otras entidades de la economía social es bastante débil, a pesar de los esfuerzos de reclutamiento realizados por algunos sistemas (T. Quiroz, conferencia).

Para fomentar la autogestión, se espera de los nuevos miembros que participen en alguno de los comités que componen la estructura organizativa de los sistemas, tales como logística, comunicaciones, calidad y valores, contabilidad, y capacitación (J. Laurito, conferencia). A los miembros individuales se les da 100 unidades de moneda comunal cuando se inscriben, y se espera que devuelvan la misma cantidad si deciden dejar el sistema. Aunque las prácticas pueden variar entre un sistema y otro, los emprendimientos colectivos obtienen generalmente 200 unidades, y sucede lo mismo con las familias que se inscriben como un solo miembro. En principio, no se utiliza el bolívar como medio de cambio en los mercados, y no se permite el intercambio entre medios de cambio locales y nacionales. Aunque la ley afirma que “el valor de la moneda comunal será determinado por equivalencia con la moneda de curso legal” (República Bolivariana de Venezuela 2010, Art. 55), la RNST ha pedido en vano que esta formulación se modifique para prescribir una relación de equivalencia meramente inicial (RNST 2010b).


5. Distintivos ideológicos: indigenidad, socialismo y agroecología

Los sistemas de trueke de Venezuela son un fenómeno altamente político. Tres temas destacan en el discurso de la RNST: la recuperación de la práctica ancestral del trueke en la América precolombina; el trueke como un elemento del socialismo del siglo XXI; y el avance de la agroecología y la búsqueda de soberanía alimentaria. Siguiendo a Simón Rodríguez, el tema indígena es aparente incluso en la ortografía preferida por la RNST: trueke en lugar de la convencional trueque, manifestando así su deseo de “independencia de la Real Academia Española de la Lengua, y sus anticuadas y poco prácticas reglas de ortografía, las cuales nunca han tenido sentido ni aplicación en el habla y las maravillosas lenguas de estas tierras Amerikanas” (RNST, s.f.). Practicar el trueke es recuperar una parte de “nuestras civilizaciones originarias [que] siempre supieron vivir mejor y tenían (y tienen) muchísimos más conocimientos y sabiduría (en todos los aspectos) que las civilizaciones occidentales, que lo único que hicieron fue invadirnos, cercenando nuestro vector histórico milenario, trayendo dolor, atraso y oscurantismo a nuestra sagrada tierra” (RNST, s.f.). El tema indígena ha sido promovido desde el principio por López y Mayayo (J.E. López, entrevista), y es patente, junto con reivindicaciones sobre la historia y cultura afrocaribeñas, en los nombres de muchas de las monedas comunales, por ejemplo el momoy (ser mitológico indígena), el cimarrón (esclavo fugitivo), y el zambo (persona de origen mixto africano y amerindio).

Así como los temas indígenas y afrocaribeños son visibles en el anverso de los billetes de muchas monedas comunales, el motivo socialista y anticapitalista es articulado en el texto que todos los sistemas reproducen (con cambios menores) en el reverso:

Esta Moneda Comunal o Facilitador de Truekes es de propiedad social y sólo vale para los “Prosumidores” (Productores y Consumidores a la vez) del Sistema de Trueke [nombre] donde permanece, identifica y vincula.

Actúa como herramienta facilitadora de truekes de productos, servicios y saberes proporcionales dentro del Sistema, sin acumularse, con espíritu autogestivo y socialista. No produce interés. Por ningún motivo puede ser intercambiada por dinero.

Los Prosumidores del Sistema de Trueke [nombre], República Bolivariana de Venezuela, Unión de Naciones del Sur, creemos que nuestra realización como seres humanos no necesita estar condicionada por el dinero o el capital. Sostenemos que es posible reemplazar la competencia y el vil egoísmo, por la cooperación y reciprocidad entre las personas. (Adaptado de billete ed. 2009, Sistema de Trueke Merideño.)

Livio Rangel, uno de los promotores iniciales del trueke, lo describe como “una herramienta política del proceso revolucionario”, cuyos objetivos son el fortalecimiento de la capacidad organizativa de los chavistas y la construcción de un espacio en el que puedan desarrollarse relaciones sociales basadas en la solidaridad, construyendo así una economía socialista y comunal (Rangel 2010). Aunque la iniciativa para introducir monedas comunales haya venido del Presidente Chávez, y los sistemas de trueke hayan evolucionado con abundante apoyo organizativo y financiero del gobierno nacional, la RNST manifiesta el deseo de que los sistemas se hagan enteramente autogestionados, sin involucramiento del gobierno (Wilpert 2011). En este sentido, Rangel cree que “hay una madurez en el estado, y en algunos funcionarios, [para comprender] que en esta etapa de la revolución venezolana, el estado se debe poner en función del fortalecimiento del movimiento popular” (Rangel 2010). Rangel recuerda las palabras de Chávez cuando por primera vez hizo públicas sus ideas para monedas de trueque: “eso lo va a llevar de sus manos y de su alma y de su buen juicio, es el pueblo; ellos van a ser el sistema, las comunidades” (Chávez 2005). Reflejando la complejidad de los retos asociados, uno de los voceros de la red lamenta que el Ministerio no haya sido suficientemente activo en la promoción de los sistemas de trueke, pero también que “mucha gente no entiende que los sistemas de trueke sean autogestivos” (Wilpert 2011).

El tercer tema propugnado por la RNST es el vínculo entre el trueke y la búsqueda de soberanía alimentaria y la diseminación de prácticas agroecológicas. Según Rangel, la ‘huelga general’ contrarrevolucionaria de 2002-2003 expuso la vulnerabilidad del sistema de distribución de alimentos de Venezuela al sabotaje político, y esta experiencia motivó la ambición de establecer sistemas de trueke en áreas de alto potencial agrícola, en zonas de resistencia capaces de plantarle cara a la situación de permanentes amenazas globales a la revolución (Rangel 2010). De acuerdo con su celebración de las prácticas ancestrales, la RNST llama a reavivar el conuco tradicional, y el intercambio de parte de su producción a través de los sistemas de trueke (RNST 2009a, p. 5). La RNST abraza también la agroecología y la permacultura, organizando intercambios nacionales de semillas tradicionales y de saberes agrícolas. Aunque su visión es la creación de economías locales respetuosas con el medio ambiente (J.E. López, entrevista), es probable que la distribución espacial de los sistemas de trueke, y la frecuencia de sus interacciones, actualmente deba más de lo que desearían a la abundancia nacional de petróleo barato.


6. Conclusión

Cuatro años después de la inauguración de la primera moneda comunal permanente, la participación en los sistemas de trueke de Venezuela (estimada en unos 1.500 miembros) se queda corta en comparación con las 80-100.000 personas alcanzadas en Argentina a los tres años (Pearson 2003) – un año antes de la expansión que siguió al lanzamiento del controvertido kit fundacional de la ‘franquicia social’ en 1999 (Powell 2002), y mucho antes de que el empobrecimiento masivo vio dispararse la participación hasta alcanzar un pico frenético en unos 2,5 millones de participantes en el 2002 (Gómez 2009, pp. 107, 113). Se podría mantener que las principales razones de esta disparidad son socioeconómicas. El trueque argentino creció en paralelo con el declive económico de la clase media – extendiéndose posteriormente a los ‘pobres estructurales’ con la agudización de la crisis – y se retrajo debido parcialmente a la introducción de una paga social por parte del gobierno de Duhalde en mayo 2002, y al crecimiento vigoroso de la economía desde el 2003 (Gómez 2009, pp. 6-7, 58-9, 115-118). En contraste, las monedas comunales de Venezuela han sido introducidas en medio de una revolución que ha conseguido reducir la tasa de pobreza desde el 43,9% en 1998 hasta el 23,8% en 2009, con una reducción de la pobreza extrema desde el 17,1% hasta el 5,9% en el mismo periodo (Weisbrot 2011). Los productos agrícolas del trueke ‘compiten’ con comedores de beneficencia, y alimentos a la venta a precios muy rebajados en una red nacional de tiendas y supermercados públicos, que sumaban 16.626 en 2008 (Weisbrot 2011).

A pesar del amplio apoyo prestado por el gobierno nacional, las monedas comunales han avanzado poco en una sociedad en la que muchos rincones antes largamente olvidados, ahora están inundados de dinero petrolero, contrastando con las duras condiciones de sequía monetaria popular bajo las cuales han prosperado otras monedas alternativas, como en Argentina a principios de la década de los 2000, o en Grecia hoy día (Donadio 2011, Sotiropoulou 2011). Aún así, si la construcción del ‘Estado Comunal’ progresa (Reardon 2010), de manera que las comunas y los consejos comunales adquieran un papel organizativo mayor en la distribución de bienes y servicios, el trueke podría cobrar importancia como mecanismo de asignación. Está por ver si esto conlleva más circuitos de producción y consumo locales, más que simplemente un sistema alternativo de reparto de la producción nacional y de las importaciones. Tampoco está clara la posición futura del trueke sobre el espectro que va desde movimiento social autónomo hasta institución clientelista. De esta posición depende probablemente que el trueke tenga la resiliencia suficiente para estar a la altura de su ambición de ser “la retaguardia de la revolución” (P. Mayayo, conferencia).


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[1] Una versión editada de esta explicación, que mantiene la referencia al socialismo pero no al cristianismo, es el ampliamente circulado video promocional La Parte Roja (INAPYMI 2006).
[2] Las misiones son programas sociales financiados por el gobierno.